El gran hombre fue contratado junto con una plétora de arquitectos de la corte, incluidos Bramante y Francesco di Giorgio Martini, para producir planes de mejoras, principalmente centrados en una nueva cúpula. Da Vinci se puso a trabajar en esbozar sus ideas para esta nueva función, pero lamentablemente nunca se usaron. En cambio, el trabajo preparatorio de dos arquitectos de la corte específicos, Amadeo y Dolcebuono, ganaría favor y fue elegido como el camino a seguir.

Considerar que mientras Da Vinci estuvo involucrado a fines del siglo XV, el trabajo en este proyecto aún continúa hoy, subraya lo gigantesca que fue la tarea. Esencialmente, la Catedral de Milán vincula nuestras propias vidas con las del gran maestro del Renacimiento. Si bien no está terminado, sin duda está mucho más completo ahora y vale la pena visitarlo: esta estructura se ubica como una de las atracciones turísticas más populares de toda la ciudad de Milán.

De hecho, la mayor parte del trabajo que continúa hoy en día se trata más de restauración que de completar nuevas funciones. La tarea de supervisar el mantenimiento de esta impresionante estructura recae en la Veneranda Fabbrica del Duomo. El edificio real se inició en 1386, lo que significa que la participación de Da Vinci se produjo un siglo después. La decisión de diseñar la catedral en un estilo gótico reconocido internacionalmente era inusual en los Estados Pontificios italianos en ese momento, pero representaba la ambición de quienes estaban detrás del proyecto de mirar más allá de estos límites domésticos.